El Sueño del Poeta: Poemas 9
Mis versos se van, siguiendo cierto aire de amapola, pero seguirán vivos en: http://airedeamapola.blogspot.com/

martes, 7 de abril de 2009

Poemas 9


Silencio

Llega con la noche la blanca melodía del silencio.
Un suave murmullo mudo e indefinido.
La certeza de que nadie sabe lo que sabe.
No hay palabras para explicarlo.

Nunca pasa nada, pues solo hay silencio.
Nunca vuelan los pájaros, nunca huelen las flores.
Nunca. Solo la blanca y triste melodía en la noche.

Los rayos de sol no lo atraviesan (huyen).
Las diminutas hormigas lo evitan y se mudan
a sus refugios de polvo subterráneo.
Solo las lágrimas y lo oscuro acuden a su encuentro.

Buscadlo, amigos míos. Lo podréis encontrar
en un rincón frío o en un mar oscuro al atardecer.
En la suave brisa y la calma de un bosque tenebroso.
Lo podréis encontrar con palabras mudas, vacías,
en la noche que envuelve al cementerio.

Dejad que os inunde como una corriente de agua fresca,
rejuvenecedora. Dejad que los recuerdos con dolor y lágrimas
inunden vuestra mente. Aprenderéis entonces a olvidar.
Y amaréis el silencio.


Si vuelo...

Si grito, derramad mis chillidos en un tarro de cristal,
en un desierto, para cuando caiga poder observarlos, mudos y
[sedientos.
Si canto, derramad mi voz sobre la calle solitaria,
para que los paseantes, melancólicos, comprendan, al fin
[aliviados.
Si río, silenciadme con una grave nota de piano,
para que los pájaros no aleteen y huyan, furiosos.
Si miro, mirad conmigo y observad en la noche el cielo,
para que las estrellas, intimidadas, se sonrojen y se oculten
[a nuestra mirada.
Si camino, no sigáis mis huellas hasta el fin del mundo,
no ardáis conmigo en penas, desamores, lágrimas y muertes.
Si vuelo, olvidad bajo vuestra sombra mi alma triste al viento,
y sonreiréis, viendo alegres y armoniosas vuestras vidas.
Si escribo, no leáis mis palabras, ni seáis víctimas del engaño
de las fantasiosas letras con las que un inocente niño conquistará
[el mundo.
Si amo, envidiad a mi amada entre mis brazos y mis besos,
envidiadla a ella, bella y misteriosa, la única perfección
[del mundo.
Y si lloro, llorad conmigo, amigos, venid y seguidme...
por los senderos del olvido.
(Cuando calle, llamadme a cabalgar con vosotros, espíritus
[de la noche,
y escuchemos, con el viento en nuestros oídos, las palabras,
blancas, puras y místicas, del desamparado silencio.)


Sueño

Ruido de motores con la llegada de avión.
Los pasajeros bajan, equipaje en mano.
Cada uno busca a sus respectivos familiares, amigos.
Pero él no, él busca a alguien especial.
Mira hacia todos los lados, con el corazón fuertemente
apretado contra el pecho. Al fin la encuentra.
Se ven. Una sonrisa aparece en sus caras.
Ya no hay aeropuerto, ni pasajeros, ni equipaje en mano.
Se enlazan en un abrazo.
Parece que el tiempo para, pues es una eternidad
lo que están abrazados. Pero al fin se separan.
Posan sus miradas, intensas, en los ojos del otro
durante un largo segundo. Al fin, reaccionan y se acercan
sus labios a encontrarse. Un instante mágico.
Y siguen olvidando el aeropuerto y los pasajeros,
equipaje aún en mano.

Despierta. Su manos agarran fuertemente las sábanas.
Y su boca la almohada. Pero ella no está.
Tampoco hay aeropuerto ni pasajeros (ahora los recuerda).
Solo fue un sueño.
Se incorpora, mira a su alrededor: habitación vacía.
Una luz grisácea entra por la ventana. Y la lluvia repiquetea.
Sale de la cama, descorre la cortina y mira a través del cristal.
Observa la madrugada muda y el cielo oscuro y lloroso.
En el horizonte (allá lejos), un pájaro de arena se hace polvo
y se diluye en el viento. El viento nostálgico
que arrastra el amargo perfume del recuerdo
y el ácido sabor de una lágrima.

Más allá del horizonte, solo un parque olvidado. Solo.


Las murallas de cristal

Llaman mis labios a tus puertas de cristal,
entre el triste y blanco paisaje helado,
mi voz se pierde en el eco
de las inmensas murallas del palacio.

Tu respondes, tras los candelabros grises
y la voz metalizada de un telefono,
palabras efímeras que el viento pierde
y el tiempo engaña.

Nos miramos fijamente a los ojos,
con la mirada prendida de las manos empuñadas,
mientras nuestros ojos tiemblan de angustia
y una lágrima triste cae por nuestra mejilla.

Entre sábanas blancas temblamos esperando
la llegada del amado por la ventana,
que se filtrase entre los gruesos barrotes
de nuestra celda de cristal.

Arañamos las murallas con nuestras uñas,
y a dentelladas, hasta que boca, dedos
y cuerpo se convierten en polvo de arena
sobre la nieve escarlata.

Y entonces, solo entonces, el castillo invisible
se evapora y asciende entre las nubes
(y juega con nuestros sueños de cristal).
Y quedan ya libres de encontrarse nuestros cuerpos muertos.


Un tronco hueco

Era un tronco, un simple tronco herido, caído,
sobre la hierba verde cubierta de nieve.
¿Quién hablará de él cuando en polvo se convierta?
Nadie... quizá tan sólo aquel pájaro
que sobre él posó en busca de su presa.
Aquellas hormigas orgullosas de cruzarlo
con sus diminutas patitas negras.
Los ratoncillos que encontraron en su interior hueco
un refugio contra el invencible enemigo de la lluvia.
Un anciano que sentó a ver jugar a los niños
sobre la hierba, o estos mismos que hicieron del tronco
parte de sus cálidos juegos.
Un solitario joven que acudió a llorar en silencio.
¿Por qué iba a recordarlos el pobre tronco,
a todos ellos, hendido por un rayo,
y convertido en polvo y en nada su recuerdo?
Si ellos también lo olvidarán (si es que alguna vez lo recordaron).
No... quizá tan solo aquella pareja de enamorados
que, solos en el parque del tronco hueco,
rozan por primera vez sus labios.


Palabras... solo palabras

Quisiera llorar palabras para escribir lo que siento,
diluir las amargas gotas de tinta y el frío papel blanco
entre un par de lágrimas melancólicas.
Pero no, no hay tales palabras (lágrimas),
ni tampoco puedo gritar, pues la hoja perdería mis gritos,
rebotados contra su fresca pureza blanca.
No hay tales lágrimas.
Entonces, me pregunto por qué hablo y por qué escribo
(o por qué las palabras no hacen lo que les ordeno).
Tengo que buscar, entonces, tras el cristal de la ventana.
Busco y encuentro las frágiles gotas de agua,
los áridos copos de nieve, la arena húmeda del desierto.
Y el silencio, escondido en el fondo.
Entonces comprendo. ¿Qué comprendo?
El impotente silencio de las palabras.


Pronto

Pronto volveré a sentir tu mirada profunda y fija en mis ojos.
Pronto te veré a lo lejos, en la calle, y acudiré a tus brazos.
Los sueños ya no serán sueños rotos ni mentiras,
serán verdades y la verdad ya solo serán sueños,
olvidados por otros mejores, pronto.
Pronto no deberá esperarnos más nuestro parque melancólico,
una luz lo iluminará, azul, a reflejo de un cielo sin nubes.
La hierba marchita reverdecerá para que las ardillas correteen
y los pájaros volverán a cantar en las floridas copas
[de los árboles.
Ya no habrá cemento artificial humano alrededor del parque,
solo verde, verde, verde. Brillante. Sólo nosotros solos. Sólo.
Y besos de amor alrededor nuestro.

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Consulta de Jorge

En principio, y de hay viene la url de la página, este blog se llamaba "La Consulta de Jorge", en honor al gran libro de Jorge Bucay "Déjame que te cuente". Además, un personaje que casualmente llevaba mi mismo nombre introducía los textos que escribía. Como esto último ya no es así, he decidido cambiar el nombre a "Sueño del Poeta".