El Sueño del Poeta: Relatos cortos
Mis versos se van, siguiendo cierto aire de amapola, pero seguirán vivos en: http://airedeamapola.blogspot.com/

martes, 7 de abril de 2009

Relatos cortos

I - Desamor

La calle era oscura y estrecha. No muy lejos trazaba una esquina y se perdía a mi vista. La esquina por la que acababa de perderse el último fragmento de ella.

Me encogí sobre mí mismo, sentado en el suelo, y enterré la cabeza entre mis rodillas. Intenté parar las lágrimas, pero fue como si hubiera intentado detener un maremoto con un simple palo de madera. Frágil, se partió en mil pedazos antes de que quisiera darme cuenta. Los recuerdos volaron rápidos por mi mente. Todos los momentos, los instantes a su lado. Los abrazos, las sonrisas. Las miradas, los besos. Los "te quiero". Todos. Perdidos. ¿Serán alguna vez olvidados? "No...", dice una
vocecilla en mi interior (¿será el corazón?), "solo hay un amor verdadero en cada vida, solo, y el mío acaba de irse por esta calle resbalando sobre la esquina. Y lo peor: sin mirar atrás."

No, ya no hay vuelta atrás, las lágrimas ya forman un charco en el suelo y no, ya no hay vuelta atrás. Todos estos sueños rotos... ¿qué son ya sino mentiras? Ahora, por fin (¡ya tarde!), comprendo... solo hay un sueño verdadero... el que nunca acaba. Aquel pájaro que trinó en nuestro corazón ha muerto, y ahora huye. Quizá deba hacer lo mismo. Quizá deba huir y no volver. Y volver a huir... Huir a aquel sueño que, ahora sé, siempre he estado buscando, aquel sueño oscuro y desierto, vacío, donde yo (ahora ya nada) pueda
serlo todo. Aquella melodía muda que siempre creí oír de fondo. En el fondo de nada. Un sueño de verdad...

Vuelve a mis ojos el charco de lágrimas en el suelo. Miro a mi alrededor. La calle, oscura y vacía (melancólica). El cielo, plomizo, comienza a descargar su llanto. Mis lágrimas se entremezclan con la lluvia en una combinación odiosa (de amor).

Voy
distanciándome poco a poco de la calle. El silencio se va amortigüando hasta también desaparecer. Y la lluvia. La oscuridad penetrante acaba de envolverme con su frío manto. Por fin, un sueño de verdad... Ya nada queda, nada soy, solo queda tiempo de dedicarle dos palabras en este último instante... Te quiero.


II - Los Guardianes

Los Guardianes esperaban la llegada del rey de Augsbech. Todos los preparativos estaban hechos: estandartes, tapices, habitaciones, mesas, banquete... no faltaba nada. Sin embargo, el Rey seguí sin venir. A decir verdad, hacía mucho tiempo que debía haber llegado. Tanto que los Guardianes ya habían perdido la cuenta y, uno a uno, pronto fueron muriendo (a pesar de la larga vida de la que disponían). Pero sus cuerpos quedaban sin más, inertes y fríos, sin caer y sin moverse, como si esperasen aún después de muertos.

"Qué triste vida", pensó una mariposa al llevarle su vuelo cerca de los Guardianes, "la de las estatuas. Esperan, sin saber cuánto ni cuándo ni por qué, simplemente esperan. Por siempre... y por nunca".


III -Extraterrestres

Recientemente, llegaron unos extraterrestres. Nadie se alarmó, no tenían nada de especial. Bueno, quizá sí: eran de otro color (verdes, rojos, violetas, amarillos, azules... en fin, cualquiera menos blanco). Por ello los discriminaban. Decían que solo era lo puro es bueno, lo de aquí (¿por qué puro lo de aquí?), y que solo hacía falta mirarles a la piel para ver que venían de otro planeta. Les daban los trabajos más duros, pero nadie protestaba. Y lo peor, interminables años de papeleo. A los que no lo hacían, se les mandaba de vuelta a su planeta en el medio más barato que se encontrara. Como si se perdían por el camino, ¿qué más daba? ¿Acaso iban a quejarse? Ellos, encima de que se les había dado la oportunidad de estar con los buenos, los verdaderos...


IV - Su cuchillo azulado

Corría por un bosque ensangrentado (no sé de quién sería la sangre), iluminado por la pálida y temblorosa luz de la luna. Sus pasos me seguían, retumbantes en la oscura noche que no envolvía todo. Pretendía huir, dejarla atrás, a ella y su cuchillo azulado. Y corría, corría, corría. Por el bosque ensangrentado.

Pronto pensé que había escapado. Me paré en un claro, resoplé por el esfuerzo y, después de recobrar el aliento, grité, entusiasmado. Me había costado, pero lo había conseguido, al fin. Un destello azulado, el frío que empezó a subir por mi pierna y salí de mi error. Por fin comprendí que nunca escapaba uno sino de sí mismo. Al mismo tiempo, la vida escapaba como
volutas de humo por el aire desde mi corazón. Caí, y mi cuerpo quedó tendido sobre la hierba, bocabajo, pálido y frío, azulado a la luz de la luna.

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Consulta de Jorge

En principio, y de hay viene la url de la página, este blog se llamaba "La Consulta de Jorge", en honor al gran libro de Jorge Bucay "Déjame que te cuente". Además, un personaje que casualmente llevaba mi mismo nombre introducía los textos que escribía. Como esto último ya no es así, he decidido cambiar el nombre a "Sueño del Poeta".